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viernes, 26 de agosto de 2016

Tu familia de expatriado

Ya he hablado más veces de este tema, de los amigos de tu otro país, del país que ve crecer a tu hijo y que te da un nuevo hogar. Del país que reniegas al principio y que luego será tu segundo hogar, el que te dio unos años muy felices de tu vida.
Pero cuándo llegas aquí no te imaginas lo que va a suceder mas adelante, no te imaginas que los lazos que vas a hacer, van a ser tan fuertes que te dolerá cuándo alguien vuelva a su casa. Te dolerá tanto que llorarás de tristeza... Y sentirás que una parte de ti, de tu día a día... Se ha marchado para siempre. Sentirás que los días no serán iguales, porque en los cafés de las mañanas faltará una taza.

Cuando llegas nunca imaginas que te sentirás bien tan lejos de casa, jamás piensas que harás y tendrás otro hogar... Pero todo cambia, y rehaces tu vida. Cambias tu piso por un departamento, el coche por un auto, el Mercadona por el Jumbo, los Euros por los Pesos, tu vida por otra vida. Eres capaz de evolucionar y pasar por encima de los prejuicios, capaz de mirar a las personas por lo que son realmente. Da igual su procedencia, porque vives todo con ellas, las penas de los primeros meses y las alegrías del resto de los años. Vives todo de forma tan diferente que cuando vuelves a tu país, te sientes ajena y crees que ha cambiado todo... Allí todo sigue igual que lo dejaste, tu casa vacía de hogar, tus muebles y tu ropa... Los juguetes que no entran en tu maleta... Tu familia, tus amigos... El que cambias eres tú. Evolucionas y te sitúas en otro nivel, ves la vida desde otra perspectiva. Vives una vida que no era la tuya y te has acostumbrado a ella. Tanto, que te resulta muy difícil volver a la anterior. Ya no vas a trabajar, ni tienes quehaceres fuera de casa. Tu vida pasa a ser de otra forma, más relajada, sin horarios salvo el de los niños... Sobre los que gira todo tu mundo. Conciertas una cita o un café, cuando los dejas y el límite está en la hora de recogida. Haces mucha vida en el cole, aunque tu hijo aún no sea alumno, y hablas con el resto de mamás de tus problemas, de los niños, los deberes, tiendas de arreglos y disfraces, de las dificultades y las cosas nuevas que ver aquí o allá, de viajes... De verlo todo ya que estamos aquí... De aprovechar el tiempo en familia, de quién va a venir a visitarte... De lo duro que es estar tan lejos... Y de las cosas buenas que tiene... Y poco a poco, vas intimando, y tienes feeling con personas muy rápido, porque todas vivimos lo mismo... Porque todas sentimos igual, porque todas somos el apoyo de la otra. En las buenas y en las malas, en los cafés de risas y los de lágrimas, cuando necesitas ver un poco de luz al final del túnel y te la muestran... Cuando quieres hablar y cuando no, si necesitas un abrazo o un silencio. 
Y cuando estás en el mejor momento, te vas. Y dejas un hueco vacío en la mesa, esa taza sin café, dejas una casa vacía y unas amigas felices por ti, porque vuelves a casa, pero muy tristes porque no te verán nada o casi nada. Porque los cafés y las risas ya no serán a diario, serán una vez al año... Porque todas las que se van, dejan su esencia y sus recuerdos...sus anécdotas... Sus canciones y su alegría en la mirada. Sus momentos con nosotras y su corazón.

Cuando eres expatriado te apoyas en la nueva familia que haces fuera, y la que comparte todo contigo. Cuando eres expatriado, te sientes lejos de casa pero encuentras pedacitos de tu patria en cada persona. 
Cuando alguien a quien quieres se marcha a casa, te duele en el alma.

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