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miércoles, 5 de octubre de 2016

El día tiene mas de 24 horas.

Abre sus ojos, es de día y el sol de la mañana entra por su ventana. Se refleja en los cristales un cuerpo no definido. Gira hacia el otro lado y mira la puerta, abierta, de su habitación. Suspira y respira hondo: un nuevo día comienza.
Va al baño sin mirarse al espejo, sin mirar nada. Repasa mental y lentamente las tareas del día para que nada se le olvide. Mientras se viste, una dulce voz interrumpe la tarea y sale medio desnuda de la habitación. "Buenos días mi vida", "buenos días mami". Lentamente lo abraza y lo besa y le pregunta que tal ha dormido. "Has soñado? Cuéntame!". Mientras escucha, sube la persiana y lo viste. Pone su desayuno en la mesa de la cocina y lo observa mientras escucha lamentos y lloros porque no tiene hambre... pero ella se marcha y se sigue vistiendo. 
Comprueba su teléfono móvil rápidamente, un chequeo rápido a redes sociales y correo... listo! Y escucha de nuevo su nombre insistentemente: "mamá!!!", con menos dulzura contesta y acude ya vestida. 
Hace las camas, abre ventanas y levanta persianas mientras exclama que es tarde.
Al rato, él se levanta. Se asea y viste y espera en la puerta: "venga, vamonos que llegamos tarde "... con un café recién hecho en la mano y que deja sobre la consola de la entrada al marcharse.
"Buen día chicos!", "Adiós mamá ","adiós  cariño". (Besos).
Sentada en la mesa de la cocina con los restos del desayuno, toma un café pensando en sus cosas, al mirar por la ventana pierde la noción del tiempo y disfruta del paisaje urbano. Se oyen pájaros y ruidos de coches mezclados con taladros de una obra cercana... pero ella no los escucha, solo escucha a su mente, que no para de hablarle.
Recoge la casa y se pasea por ella, observa los muebles del salón y se apoya en el quicio de la puerta de la habitación del peque de la casa... cada detalle le trae un recuerdo que disfruta y le hace sonreír. Se sienta en el sofá con los cojines alineados y se pone a tejer. Ahora escucha voces y gritos de niños en la calle, tal vez yendo al colegio... escucha música y canta, se emociona con las letras de sus canciones favoritas, y ríe con otras... tiene tiempo para ella antes de hacer la comida y recoger a su niño. Su niño hermoso y querido. El niño de sus ojos, su consentido. Ese que la ilumina la mirada y la tiene encandilada. Por el que, como toda madre, bebe los vientos y daría su vida con tal de que no sufriera nunca, ese por el que respira y vive, el motivo de su felicidad. El motivo de su cansancio y frustración a veces, y de sus lágrimas de alegría y tristeza o incluso rabia. 
La tarde la pasa entre meriendas y recoge tu cuarto, entre muy bien cariño y no lo vuelvas a hacer más. Entre te quieros y besos y abrazos y achuchones y caricias.
Poco después llega el baño, preparar la cena, recoger todo... dientes, pipí y a la cama con cuento incluido. Siempre los mismos, sus favoritos. 
Está agotada, es un cansancio que pocos comprenden, un cansancio de no hacer "nada"... un cansancio agotador, que te parte el alma y el cuerpo pero te mantiene alerta y siempre recogiendo, tendiendo lavadoras después de la cena, doblando calcetines, fregando los platos... preparando la ropa y mochila del día siguiente... siempre atenta. Siempre mamá. Pero ante todo persona y mujer, esposa y amiga, compañera y vecina, recadera, reparadora y costurera, hacedora de cualquier cosa en tiempo récord, asistente a desayunos de cumpleaños y almuerzos improvisados, compañera de shopping y de gimnasio. Todo en una sola, todo incluido y que no se escape nada. Que siempre esté perfecta y arreglada, con buen humor y peinada. Con una sonrisa aunque todo sea un caos, con tiempo para todo y para todos. Sin agobios ni gritos, sin dramas, con casa de revista y niños educados y guapos. 
Si fallas, cometes errores... no son errores, son aprendizajes. Cuando se es mamá, se improvisa, te equivocas y rectificas ... pero hay algo que nunca falla en ninguna mamá, en ninguna mamá normal, y es el amor, pasas del amor al odio y del odio al amor en un milésima de segundo, y al verles, ves la máxima dulzura del mundo. No hay amor mas grande, inexplicable y sincero. El amor de una mamá.



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